12 diciembre, 2007

Lo de ayer...

Antes que nada endulcemos con arte el momento, con una voz maravillosa, alejada de los gritos y quejas. Ella es Sara Mac Lachlan.



Ahora hablemos de ayer.

Volvimos a descubrir una nueva estrella. El portero de Garasa Caminos tuvo su noche. Se lució, como los lanzadores desde el exterior. De revés, desde ocho metros, sin pensar...

Bueno, no les voy a quitar méritos a ellos, pues salieron además bastante animados de cara al próximo partido. Espero que les vaya bien, pues lo merecen.

Por nuestra parte, creo que todos recordamos aquella serie que por lo esperpéntico y lo gracioso me recordó sobremanera el partido de ayer. No haré más comentarios, simplemente mirad el video y reconozcamos que si ya no nos vale concentrarnos, gritar alto las ordenes por si en el agua no se oye, recordar las memorias, lo mismo vamos a tener que comprar lo que motivaba a Chicho Terremoto para que el equipo se anime y juegue en condiciones. Lo mismo así, se nos pasa el TREMENDO despiste.

Reflexionemos...



A ver si esto sirve de ánimo:



¡¡A REIRSE UN POQUITO!!!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Nando, creo que es muy acertado lo de chicho terremoto que muy bien puede ser un compuesto entre caliente despistado , y esa mezcla creo que la tenemos en el equipo, seria la fusion entre Luca y Pablo como maximos exponentes...ahi queda eso...

Anónimo dijo...

JEJEJE, Manolo, me dijiste que hacía tiempo que no ponía algo por el estilo y lo del partido de ayer lo pedía a voces.

Os prometo que voy a averiguar en una tienda de estas de un euro unas braguitas blancas para animaros desde el próximo partido. Y creo que podremos sacar un grito del equipo en breve...

¡¡¡Terremoto tracatrá!!!
¡¡¡Terremoto tracatrá!!!
¡¡¡Terremoto tracatrá!!!
¡¡¡TRA TRA TRA!!!
¡Oeeeeeeeh DOS HERMANAS!

X-DDDDD

Anónimo dijo...

"¿Sabe usted que los ordenadores de este centro están destinados para uso educativo?"

...

Luca, no le hagas caso. Chicho Terremoto ha sido el origen de la afición por el deporte de muchos niños. ¿Qué sabrá esa pobre bibliotecaria insulsa?